El cambio de época se caracteriza por la velocidad exponencial en los cambios. Foto: Ingimage

El cambio de época se caracteriza por la velocidad exponencial en los cambios. Foto: Ingimage

Transformación digital y trabajo

25 de septiembre de 2019 13:09

La transformación digital es la reinvención de una organización o un individuo utilizando la tecnología. Se trata de tomar decisiones a partir de datos, de superar el estadio de la sobreinformación a partir de un cambio cualitativo relevante. No se trata de comprar más y mejores computadores, trabajar en la Nube o implementar un nuevo ERP. Es abrirse, cambiar de ‘mindset’, de mentalidad.

Esta transformación implica repensar las organizaciones y nuestras contribuciones en ellas, nos ofrece concebirnos ampliados y conectados, impulsar una cultura de innovación, construir equipos con propósito y fomentar el trabajo en equipo, colaborar, lograr tener respuestas más rápidas a entornos cambiantes, mejorar la experiencia de nuestros clientes y la relación con nuestra marca.

Es un proceso lento pero debe ser sistemático y metódico; cada uno según sus posibilidades, capacidades y necesidades pero siempre teniendo en cuenta que este cambio de época se caracteriza por la velocidad exponencial en las transformaciones.

Existe una tipología paradigmática en el análisis de esta transformación en organizaciones y personas. El modo oruga es aquel que continúa con un modelo de negocios o un ‘mindset’ antiguo. Quienes muestran muy poca urgencia por la transformación. En muchos casos, directamente la descartan, plantean que no es algo para ellos, no visualizan el cambio de época y solo observan cambios que les parecen ajenos. El modo crisálida representa a quienes ya han iniciado un proceso de transformación. Son quienes buscan diversidad, generar innovaciones.

El modo mariposa experimenta transformaciones y emerge con nuevas capacidades. Van más allá de la innovación y buscan la disrupción, son los primeros en moverse y generan algo absolutamente nuevo.

No es posible alcanzar un proceso exitoso de transformación digital desde el aislamiento. Se trata de una transformación que solo es posible desde la conexión, la colaboración, la asociatividad, la diversidad, el compromiso con la comunidad y su desarrollo sostenible.

La co creación del futuro de la educación y del trabajo debe contener a la transformación digital, a diversas formas de adquisición de conocimiento y a diversas formas de contribución o agregado de valor por parte de las personas. Las ciudades inteligentes solo son posibles a partir de un proceso de planificación con objetivos definidos desde y con diversidad.

Es necesario que todos, cada uno desde su lugar, iniciemos o profundicemos nuestra transformación. Existen economistas como Ben Bernanke que plantean que el cambio demográfico es aún más desafiante que la digitalización. Mi percepción es que el desafío que tenemos por delante es la conjunción de los dos factores: más tiempo de plenitud física y cognitiva junto a la necesidad de adaptación a los cambios vertiginosos.

En América Latina seguimos atados a un paradigma que nos dice que existe un tiempo para formarse, un tiempo para trabajar predominantemente en un concepto de trabajo antiguo y un tiempo para el retiro. Se trata de un paradigma que concebía un ciclo vital que duraba aproximadamente 65 años.

El avance de la tecnología y la ciencia ha generado impactos significativos en ese ciclo que hoy está tocando los 100 años.

Esto nos brinda la invalorable oportunidad de conjugar diversas generaciones aportando valor a través de diversas formas de trabajo aprendiendo a desaprender para reaprender bajo diversas formas de adquisición de conocimiento. Esto constituye una llave muy poderosa para alcanzar un desarrollo que nos incluya.

Nuestros marcos regulatorios deben pasar del modo crisálida al modo mariposa. En la mayoría de nuestros países se mantienen en modo oruga. Quienes nos representan en general, también.

Una región de riqueza inigualable desde el punto de vista de la biodiversidad, no está aprovechando la potencialidad que brinda la diversidad para el mundo de los negocios.

Las sociedades inteligentes se conforman de ciudadanos comprometidos que comprenden la trascendencia del problema y exigen representantes que estén a la altura de las circunstancias. Sin dudas, el déficit más significativo de la región. Depende de nosotros.