Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

La trucha activó a toda una comunidad

13 de junio de 2016 10:25

El sabor silvestre de las truchas que se crían en las piscinas del río Daldal es el principal atributo del producto que ofrece la familia Aisalla. Sus miembros comercializan truchas listas para el consumo, criadas en agua de río y alimentadas de forma natural.

Esa forma de crianza inspiró el nombre de la microempresa: Aguas Cristalinas Daldal, un centro piscícola donde también se ofrece pesca deportiva y un recorrido por el sendero ecológico que llega al río. “El eje de nuestro negocio es el turismo y las truchas”, cuenta Washington Aisalla, uno de los propietarios del negocio. Él decidió iniciar un criadero piscícola en el 2002, como una alternativa de trabajo.

Ese año, él regresó a su comunidad Daldal, situada a 40 minutos de Riobamba, en la parroquia Pungalá, después de haber migrado a Quito. “No había trabajo estable y con mi esposa pensábamos en algún negocio para mantener a nuestras hijas”, recuerda Aisalla al hablar del inicio de la iniciativa.

Así surgió la idea de comercializar las truchas que crecían silvestres en las aguas del río. Sin embargo, pescarlas era difícil y un primer intento por hacer un estanque, fracasó debido a la habilidad de los peces de nadar contra la corriente.

Luego Aisalla probó suerte con la siembra de alevines, es decir, adquirió pequeños peces y los crió durante casi un año. Las truchas tuvieron tanta acogida en el mercado, que decidió ampliar las piscinas e invertir todos sus ahorros en su negocio.

Unos años después, Aguas Cristalinas Daldal se convirtió en una empresa familiar e incluso se integró a la Asociación de Trucheros de Chimborazo. Esta organización cuenta con el respaldo de la Unidad de Emprendimientos del Gobierno Provincial.

Formar parte de la Asociación les permitió recibir asesoramiento técnico, balanceado y una nueva variedad de alevines que están listos para comercializarse en solo siete meses.

“Tenemos muchas expectativas con este proyecto, porque las truchas tienen una muy buena acogida en el mercado. En el futuro incluso esperamos dotarles de un centro de faenamiento para comercializar filetes de truchas en los supermercados y otras provincias”, dice Beliza Álvarez, coordinadora de esa unidad.

La familia Aisalla es una de las más prósperas de esa organización. Ellos invirtieron unos USD 40 000 en la construcción de seis piscinas en el río, allí siembran 5 000 alevines cada dos meses y comercializan entre 30 y 80 kilogramos cada semana.

La cantidad de peces que se venden depende en gran parte de los turnos que cubren cada viernes en la feria de emprendimientos del Gobierno Provincial. “Desde que participamos en esa feria nuestro negocio tomó más impulso. Tenemos un mercado seguro, la gente ya nos conoce y nos hacen pedidos entre semana”, dice Norma Toaquiza, también propietaria del emprendimiento.

De hecho, la mayor cantidad de ventas se realiza cada quince días en esta feria, pero también se reciben turistas y se entregan pedidos a domicilio para familias y restaurantes. Cada kilogramo cuesta USD 5,00.

En el futuro esperan ampliar su negocio y fortalecer el aspecto turístico de la empresa. A mediano plazo ellos instalarán unas cabañas equipadas con asadero para que los visitantes puedan preparar sus truchas y degustarlas junto al río, también se ofrecerá el servicio de restaurante.

Otro proyecto familiar que se ejecutará es la implementación de una nueva piscina para tilapias, otra variedad apetecida en el mercado local. La familia Aisalla aprovechará un pogllo (naciente de agua), para el proyecto, además usarán una técnica similar a los invernaderos agrícolas para mantener la temperatura cálida del agua.

Otros emprendedores que forman parte de la Asociación están en los páramos de Alausí, Colta, Chunchi y Guamote. En estos sitios hay una gran cantidad de vertientes de agua y pogllos que se aprovechan para la piscicultura. “Apostamos por las piscícolas en la provincia por esa potencialidad. Además, la crianza de truchas es una actividad amigable con el ambiente”, afirma Álvarez.