Ximena Garzón es médica cirujana, con un PhD en Salud Pública.

Ximena Garzón es médica cirujana, con un PhD en Salud Pública. Foto: Cortesía

Ximena Garzón: 'La empatía y la formación permiten manejar a los equipos'

6 de mayo de 2020 11:27

Cambiar una llanta o la batería de un carro, nunca fue un problema para Ximena Garzón. Su padre, Patricio, le enseñó desde joven ciertas habilidades de mecánica, plomería, electricidad –que históricamente la sociedad ha vinculado con los hombres–, para que nunca tuviese que depender de nadie.

“Nos enseñó a ser seres humanos independientes”, recuerda Ximena, quien tiene una hermana menor. De su madre, Ximena Villalba, aprendió que es posible conjugar la vida profesional con el cuidado de los hijos.

Esta mujer es Doctora en Medicina y Cirugía, por la Universidad Central del Ecuador. Tiene una maestría en Seguridad del Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales y un PhD en Salud Pública con concentración en Salud Ocupacional, por la Universidad del Sur de la Florida (EE.UU.).

Se casó y fue madre muy joven, con 24 años. Considera que la mayor responsabilidad de una persona es “criar seres humanos felices”. Es por ello que durante la infancia de su único hijo procuró buscar trabajos que le permitieran pasar más tiempo con él. Luego, retomó con fuerza su desarrollo profesional.

Durante 14 años laboró como médica del Hotel Quito. Fue Subdirectora de Docencia e Investigación del Hospital del IESS Quito Sur y, actualmente, es coordinadora de Docencia en el Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS. Es docente de postgrado en la Universidad Central y en la Universidad de las Américas, en las cátedras de Epidemiología
e Investigación.

Discriminación

“Ninguna mujer está libre de eso. Cuando me gradué del colegio, un par de amigos hombres me dijeron que no estudiara medicina, que me buscara algo más ‘light’, porque mi marido no me iba a dejar ejercer. En la universidad, terminé la carrera embarazada, y el Coordinador de Docencia del hospital donde hacía el internado no me podía ni ver por eso, me decía que me fuera y que regresara después de dos años. Fue una experiencia terrible. En el Hotel Quito, un hombre de alto cargo no me respetaba como médico por ser mujer. En el Hospital del IESS Quito Sur, otra mujer que era líder ejercía acoso psicológico únicamente sobre las tres mujeres que éramos subdirectoras, no sobre los hombres”.

Equidad

“Pese a que tenemos una cultura machista, sí hay oportunidades laborales para las mujeres. Si tienes una formación adecuada y demuestras tus capacidades, te dan oportunidades. A mí se me han abierto las puertas por lo que soy. En Ecuador no existen diferencias de pagos entre hombres y mujeres; en Estados Unidos, sí. No voy a negar que para una mujer ser médico es complicado. Por ejemplo, al estar embarazada o cuando se tienen niños pequeños y debes hacer turnos es muy duro”.

Liderazgo


“He visto muchas líderes mujeres, especialmente jóvenes, hay gente brillante en muy buenos cargos. Muchas veces nosotras mismas nos ponemos las barreras. Es cuestión de formación. A quienes nos criaron sin limitaciones de género hemos llegado a ser lo que hemos querido. El apoyo de una pareja es importante.

Mi característica como líder es la empatía. Siempre he tratado a las personas como seres humanos, no como objetos. He manejado conflictos en grupos grandes, promocionado la empatía entre ellos. He tenido que ser estricta. Un hospital es un organismo, tiene que trabajar en conjunto; he tratado de que entiendan que todos somos iguales, y tenemos derechos y obligaciones”.

Ser madre y el equilibrio

“Nunca me compliqué mucho, tenía el modelo de mi mamá, de trabajar y cuidar de sus hijos. Mi hijo era responsable, nunca me dio problemas. Además, siempre he tenido el apoyo incondicional de mi marido, sin ese apoyo no hubiese llegado a donde estoy ahora. Cuando vivíamos en EE.UU., por mi doctorado, él continuó trabajando remotamente y además estaba dedicado a nuestro hijo, lo llevaba a sus entrenamientos de natación. Mientras, yo estudiaba de lunes a domingo.

Yo tengo dos lemas. Uno es que soy súper disciplinada. Y el otro: “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”. La mayoría no nace genio, es promedio. Pero, la diferencia entre una persona promedio y una promedio constante, es grande. Si uno se traza metas, no hay límites. Yo me paro a las 5:00 a hacer ejercicio, corro una hora y media todas las mañanas. En mi trabajo tengo un esquema. Y en la casa, compartimos tareas”.