viernes 17/01/2020
Cuando era adolescente, Paúl Rivera visitaba con frecuencia la biblioteca familiar, un espacio de su casa donde reposaban los libros que su abuelo y su madre habían leído. Un día, cuando tenía 12 años, posó sus ojos sobre el lomo de un libro donde se leía ‘El vendedor más grande del mundo’. Lo tomó entre sus manos y lo leyó de una sola sentada.