Guillermo Suárez en la oficina de Ecuadoppler. El lugar es un showroom con PlayStation, parlantes y amplificadores de alta definición. Foto: Vicente Costales/LÍDERES

Guillermo Suárez en la oficina de Ecuadoppler. El lugar es un showroom con PlayStation, parlantes y amplificadores de alta definición. Foto: Vicente Costales/LÍDERES

El servicio de acústica que nació en una aula

24 de abril de 2017 15:22

Ganar y ganar. Esa es la ideología de Ecuadoppler Ingeniería Acústica, manifiesta su fundador Guillermo Suárez. También es el verbo que mejor practican.

Apostando a vencer, Suárez presentó, en el 2016, un prototipo de salas con aislamiento acústico para lo que sería la Conferencia de la ONU Hábitat III, que se celebró en octubre del año pasado, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

El proyecto consistía en la construcción de 30 salas de conferencias colindantes, en las que era vital el control del aislamiento acústico. Otras empresas se presentaron para ofrecer el producto, pero Ecudoppler, la que presentó un modelo predictivo, se llevó el proyecto. La obra la culminó en siete semanas y facturó cerca de USD 100 000.

Esta pequeña empresa, que de emprendimiento creció a negocio familiar, nació como un trabajo de grado, en el 2011, para la carrera de Ingeniería en Sonido y Acústica, que Suárez cursaba en la Universidad de las Américas (UDLA).

El proyecto consistía en la construcción de un modelo matemático para la elaboración de cabinas audiométricas, en las cuales se evalúan las capacidades auditivas de una persona.

En principio, el negocio se enfocó en consultorías, pero con el tiempo se transformó en una constructora, que brinda soluciones acústicas para cines, teatros, auditorios, estudios de grabación, viviendas, entre otros espacios.

Los primeros instrumentos de trabajo fueron una computadora, una calculadora, un cuaderno y un micrófono de USD 80. Con el tiempo, se invirtió en softwares más avanzados, una nueva computadora, instrumentos de medición acústica y hasta un vehículo, para facilitar la movilización de los elementos de construcción que requiere cada proyecto.

La oficina de Ecuadoppler es un showroom, con parlantes y amplificadores de alta definición, paneles acústicos, PlayStation, etc.

La ambientación del lugar responde a la filosofía del feng shui. En una mesa contigua a la entrada están presentes los elementos piedra, agua y fuego, y un libro sobre el minimalismo.

A clientes y visitantes se les recibe con música de relajación. “No suelo ponerles rock”, manifiesta el también bajista de una banda de hardcore.

En el 2015, la iniciativa familiar cerró con una facturación de USD 45 000. Para 2016, las ventas alcanzaron USD 260 000, gracias al proyecto de Hábitat III.

El impulso de la compañía no hubiese sido posible sin el apoyo de sus padres: “Yo no sabía cómo levantar un negocio. Mi mamá, que es ingeniera comercial, me dio los lineamientos, y mi papá me ayudó con el capital”.

Janeth Rueda, su madre, es ahora directora financiera de Ecuadoppler, y su padre, Guillermo Suárez, es socio e ingeniero residente.

Para el fundador de este emprendimiento lo más innovador del negocio ha sido el cumplimiento de normativas internacionales sobre aislamiento acústico. “La norma de la edificación ecuatoriana todavía no toma en cuenta la importancia de la acústica dentro de la construcción”, reflexiona Suárez, quien cursa una maestría de acústica arquitectónica y ambiental en la Universidad La Salle de Barcelona, España.

Celec EP fue uno de sus clientes, en un proyecto de aislamiento acústico en oficinas de la Central Termoeléctrica de Guangopolo. “Son excelentes y cumplieron en el tiempo establecido”, señala Verónica Pazmiño, asistente de servicios generales del ente público .

Recientemente, la pequeña empresa concretó una alianza estratégica con Smartco, firma especializada en ingeniería en sonido. “La idea de esta alianza es complementarnos”, señala Pedro Egas, presidente de la firma.