Las socias del emprendimiento se turnan para elaborar el yogurt. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Las socias del emprendimiento se turnan para elaborar el yogurt. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

La mashua es la estrella de su negocio

25 de febrero de 2019 09:27

El yogurt que manufacturan las 16 socias de la organización Mushuc Kawsay tiene un sabor dulce, un toque frutal y el particular sabor de la mashua, un tubérculo andino similar a la oca. Ellas fundaron una empresa comunitaria para mejorar la calidad de vida de sus familias y simultáneamente cuidar el ambiente y rescatar el cultivo andino que estaba cerca de desaparecer en el mercado.

Las socias son oriundas de la comunidad indígena Shobol Calerita, situada a 45 minutos de Riobamba, en las faldas del volcán Chimborazo. Allí, además del negocio comunitario, se dedican a la agricultura y a la crianza de especies menores.

“Las mujeres aquí siempre han sido menospreciadas incluso por sus mismos esposos. Pensaban que solo tenían que dedicarse al cuidado de la casa y de los hijos, por eso un día decidimos fundar una organización de mujeres”, recuerda María Cutiupala, presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Mushuk Kawsay.

Eso ocurrió en el 2000. Según las mujeres, la asociatividad fue la antesala al emprendimiento que hoy tiene acogida en tres provincias del país.

En un inicio, ellas tejían prendas con fibras de alpaca. Lo hicieron por casi 14 años, pero las ventas no eran rentables y el mercado era muy limitado debido a la distancia que hay entre su comunidad y los sitios estratégicos para el turismo en la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo.

En el 2016, durante una reunión, empezaron a explorar otras opciones de negocio. La idea de rescatar la mashua y darle valor agregado surgió tras una conversación con los adultos mayores de la comunidad y la sugerencia de un técnico del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

“Antes todos los campos de la comunidad tenían mashua. Pero debido a que nadie compraba el producto en el mercado, la gente dejó de sembrarlo desde hace casi una década”, dice Cutiupala.

Los primeros experimentos que hicieron con el tubérculo fracasaron. “El yogurt se cortaba, no sabíamos cómo esterilizar los recipientes, el sabor no nos convencía”, cuenta otra socia.

Para mejorar el sabor y la calidad del producto la asociación solicitó apoyo de capacitadores de varios organismos. El Gobierno Provincial y el MAG no solo les dotaron de capacitación, sino que también les entregaron equipos para mecanizar la producción.

La asociación recibió ollas pasteurizadoras, una refrigeradora y una cocina, recipientes y mesas de acero inoxidable, entre otros enseres para equipar su planta de producción. Además, aprendieron todo sobre el manejo adecuado de la leche y cómo convertirla en yogurt, y prácticas de higiene.

El primer éxito que alcanzaron juntas fue la compra de una infraestructura propia donde cuentan con un espacio para la fabricación del yogurt, sala de reuniones y una pequeña bodega. Por el buen mantenimiento de la fábrica y las prácticas higiénicas adecuadas, ellas obtuvieron el registro sanitario para su producto.

La primera semana elaboraron de manera artesanal los primeros cinco litros de yogurt. El sabor agradable y diferente cautivó de inmediato al público, y pronto la cantidad se volvió insuficiente para la alta demanda.

“Esos equipos marcaron un avance importante en nuestro emprendimiento. No podíamos creer que ese producto tan menospreciado nos iba a convertir en empresarias”, cuenta Carmen Borja, otra de las socias.

Hoy producen cada semana 150 litros que se comercializan en Chimborazo, Azuay y Cañar. Las materias primas como la leche y las ocas se compran a las mismas socias, e incluso a otras mujeres de las comunidades cercanas a la planta de producción, que no forman parte de la organización.

“Nuestro yogurt es especial para nosotras no solo por la ayuda económica para nuestras familias, también tiene parte de la herencia de nuestros abuelos, está muy relacionado con nuestra identidad cultural”, dice Cutiupala.

El yogurt se envasa en recipientes de tres presentaciones. Ofrecen desde envases pequeños para consumo personal, hasta envases de 2.5 litros, y cuestan entre USD 0,50 y 3,50.

Los planes para este año incluyen una nueva presentación para comercializar el yogurt en los bares escolares de la zona, y nuevos productos hechos a base de mashua como helados. La meta es duplicar las ventas.